viernes, 3 de octubre de 2008

Luis Barrena, el diputado por Melilla olvidado

HOMENAJEADO EN GALICIA, OLVIDADO EN MELILLA.
Luís Barrena, diputado por Melilla durante la República, recibe un homenaje en el lugar donde fue ejecutado.
CARLOS ESQUEMBRI HINOJO.
Gracias a María Soledad, hija de Luís Barrena, volvemos a conocer en Melilla nuevos datos sobre su padre. Esta vez se trata del homenaje que se le tributó junto a otras cinco víctimas de la represión franquista de la comarca de Outes, provincia de La Coruña. Estas personas fueron Cipriano del Rey, Pedro Priegue, Máximino Martínez, José Álvarez, Libertad Alonso, que eran maestros nacionales que ejercieron en esas tierras, y Luís Barrena que se encontraba veraneando en Muros al producirse la sublevación franquista. El homenaje consistió en la inauguración de un monolito de piedra de 1,8 metros de altura con una placa con los nombres de los ejecutados en el lugar conocido como A Coviña, situado en las afueras del pueblo de Outes. Este acto fue organizado por la asociación Terra de Outes y se realizó el 21 de agosto de este año, al cumplirse setenta y dos del asesinato de Luís Barrena. Podemos seguir esta noticia en la edición digital de “La Voz de Galicia” de los días 14,18 y 22 de agosto.
Luís Barrena fue elegido diputado en febrero de 1936 en representación del Frente Popular de Melilla. Obtuvo 12.761 votos mientras que su rival Carlos Echeguren obtuvo 4.830. Esto significa que Barrena recibió el 72,5 % de los votos válidos que correspondían al 45,6 % del censo electoral de nuestra ciudad. Casi la mitad del censo votó por Barrena y las ideas de izquierda que representaba el Frente Popular y por las que dio su vida.
Profesionalmente, Barrena se dedicó a la abogacía donde consiguió cierta fama y renombre por su participación en casos que tuvieron gran resonancia mediática en su época como la defensa de Pablo Arcos, una persona con sus facultades mentales mermadas, según diagnóstico de los peritos médicos, pero que fue condenado a muerte por el asesinato de uno de sus hijos, un niño de corta edad, en el llamado Caso de Maudes. Barrena defendía el que Arcos fuera recluido en una institución mental y denunció las irregularidades del proceso seguido contra su defendido. Los alegatos y recursos que Barrena presentó ante los tribunales, incluido el Supremo, fueron muy aplaudidos por la prensa especializada y dieron pie a un libro escrito por Barrena titulado “Una condena a muerte. El Caso de Maudes” que se publicó en 1925. En 1929 participó como acusación particular en el juicio por el asesinato de María Burgos, una pobre mujer del pueblo de Morata de Tajuña, en un caso de lo que hoy conocemos como “violencia de género” y en el que se pretendía exonerar de culpa a su marido y asesino alegando que se vio “obligado” al crimen abrumado por las sospechas de una supuesta infidelidad de María, infidelidad que, además, no se pudo demostrar. En 1930 tomó parte en un juicio de “altos vuelos” como fue el que se celebró a los presuntos cómplices de la huida del conde de Moral de Calatrava, un aristócrata condenado por falsedad documental en relación a la quiebra del Banco de Castilla y que era suegro de Miguel Maura, hijo de Antonio Maura, líder del partido Conservador y varias veces Presidente del Gobierno durante el reinado de Alfonso XIII. Miguel, por el contrario, sería ministro de gobernación en el Gobierno Provisional de la República. Barrena consiguió la absolución de su defendido. Por último citaremos su defensa del general García de la Herrán, segundo de Sanjurjo en la intentona golpista del 10 de agosto de 1932, en el juicio sobre esos hechos.
Querría comentar aquí que María Soledad telefoneó hace unos días a Pepe Marqués para hablarle de todo esto y comunicarle que pasará unos días en Galicia visitando los lugares en que veraneó en su niñez, una niñez que se vio truncada por la tragedia del asesinato de su padre, que fue sacado de su casa por un grupo de falangistas en la noche del 21 de agosto de 1936. A la mañana siguiente encontraron su cadáver con dos tiros en la cabeza en el lugar donde hoy se levanta el monolito en su memoria. Soledad, aunque han pasado setenta y dos años de aquel asesinato, ha podido ver como la memoria de su padre se recupera del olvido y recibe un merecido homenaje.
¿Podremos ver alguna vez en Melilla un homenaje a las víctimas del franquismo de nuestra ciudad? Unas personas que, incomprensiblemente, siguen siendo los grandes y verdaderos olvidados de nuestra Historia. Aunque habría que señalar que en la Melilla franquista no sólo se condenó al olvido a los ejecutados por ser izquierdistas o por oponerse a la sublevación militar, sino que personas como Carlos Echeguren, secretario del Ayuntamiento y elegido diputado por nuestra ciudad en noviembre de 1933, fue igualmente condenado al olvido pese a ser víctima de la represión izquierdista en Madrid ya que no se le perdonó su defensa de la República y la democracia desde una posición política centrista.
Por último, hay que felicitar a Pepe Marqués que, en estos días, ha recuperado del olvido las figuras del dramaturgo melillense Juan López Merino y de su hijo el escultor Juan López, autor del monumento de la Plaza de España. Un monumento que, seguramente, es el más querido por los melillenses.

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