miércoles, 12 de noviembre de 2008

Eduardo Pérez Ortiz











Un pundonoroso jefe del Ejército




y político republicano





Capturado en Monte Arruit en 1921. Años más tarde
fue alcalde de Ceuta y falleció en Melilla en 1954



Juan Díez Sánchez
( de la Asociación de Estudios Melillenses )

Fue Eduardo Pérez Ortiz un personaje con honda trascendencia histórica en las ciudades norteafricanas españolas. Militar de prestigio, luchó en Cuba y Puerto Rico, así como en el territorio de Melilla desde 1911, siendo capturado por los independentistas rifeños en Monte Arruit en 1921. Y diez años después en Ceuta alcanzó a presidir su Ayuntamiento en la vorágine política que siguió a la proclamación de la II República Española.
Eduardo Pérez Ortiz nació en la población burgalesa de Miranda de Ebro el 1 de septiembre de 1865. Conocíamos de su paso por Melilla, así como su fallecimiento aquí. Más la lectura del interesante libro de Francisco Sánchez Montoya “Ceuta y el Norte de Africa. República, guerra y represión 1931 – 1941”, nos ha descubierto una faceta suya hasta ahora desconocida para muchos, la de político. Ello nos ha llevado a profundizar en su personalidad y divulgar su interesante biografía.
Colaborador de la Prensa
Gracias a la lectura de las páginas del diario “El Popular de Melilla”, hemos podido ahondar en la rica personalidad de nuestro admirado Eduardo Pérez Ortiz. Descubriendo su vinculación al mundo de la Prensa como colaborador del diario madrileño “La Correspondencia Militar”. Mas creemos que su parentesco con Miguel Vila Calzada, importante accionista de “El Popular de Melilla” , propietario de la imprenta “Postal Exprés”, y que estuvo casado con su hija Mercedes Pérez Alemany, lo llevaría también a escribir en algunos periódicos melillenses, concretamente en “El Popular de Melilla” de acuerdo con su ideario progresista, siempre crítico, y posiblemente bajo seudónimo para evitar la siempre atenta censura de la Comandancia General.
Pocas fechas después de su liberación de Axdir, las páginas de “El Popular de Melilla” de 3 de febrero de 1923, se hizo eco de la información facilitada a sus lectores por “La Correspondencia Militar” acerca de Pérez Ortiz. Texto que por su interés transcribimos a continuación:
“La Correspondencia Militar a Eduardo Pérez Ortiz.
Entre los cautivos que lograron el sábado la anhelada liberación figura el teniente coronel de Infantería don Eduardo Pérez Ortiz, espíritu valiente, decidido, rebelde y batallador contra la rutina de los procedimientos tácticos y orgánicos y contra el anquilosamiento de los estatutos por inercia en la actividad y persistencia en los métodos.
Desde estas columnas, con el brío pujante de su razonador estilo, con el bagaje científico de su vasta cultura, con la firme persuasión de un convencido, fue apóstol de precisas innovaciones...
Con sus escritos, llenos de vigorosa savia, coadyuvó a nuestros afanes de siempre...
Su voz, como la nuestra, no halló donde lo precisaba eco... que él con fervor tanto solicitara de continuo, fue apresado, luego de sufrir rudo asedio en Monte Arruit... El teniente coronel Pérez Ortiz no tiene en el expediente Picasso, ni fuera de él, el menor asomo de responsabilidad por su proceder entonces, antes al contrario, su actuación serena y bizarra...
Al llegar este momento, por nosotros tan deseado de pisar Pérez Ortiz y sus compañeros de cautiverio la tierra de la Patria,... sea nuestro saludo un abrazo de franca y cordial simpatía para el colaborador admirado...”
Crónica de venganza
Poco tiempo después de su liberación, en el mismo año 1923 Eduardo Pérez Ortiz dio a la luz un libro donde relató sus vicisitudes desde el Desastre de Annual en el mes de julio de 1921, hasta su rescate en enero de 1923. Tituló esta obra “De Annual a Monte Arruit. Y diez y ocho meses de cautiverio. Crónica de un testigo”.
Un trabajo ejecutado utilizando las notas, diario que pudo escribir a lo largo de su trágica odisea. Y que seguro contó con el estímulo y apoyo de su yerno, Miguel Vila Calzada, destacado industrial melillense propietario de “Artes Gráficas Postal Exprés”, donde se imprimió el libro. En la actualidad estos talleres se denominan “Cooperativa Gráfica Melillense”.
Esta obra consta de 320 densas páginas y constituye obligada referencia para los investigadores de la Rota de Annual.
Pérez Ortiz pronto, en el prefacio nos indica las poderosas razones que lo llevaron a publicar su libro: “ Escribí esta crónica para darla a la publicidad. La idea de hacerlo así me nació durante mi largo cautiverio, dolido del abandono y desatenciones de unos, de la falta de caridad, de la odiosa calumnia, de las sangrientas burlas de otros.
He padecido sed de justicia... No puedo tolerar el engaño... En esto soy rebelde y lo seré siempre...
Confieso que esta crónica encierra toda mi venganza; no consentir que a nadie se engañe. Es mi objeto... corregir versiones más o menos tendenciosas...”
Terminando el prefacio criticando la humillante falta de una columna de soldados que desde la Restinga ( Mar Chica ) levantara el asedio de Monte Arruit, así como el torpe lanzamiento de auxilio desde aeroplanos.
A continuación nuestro teniente coronel a lo largo de nueve capítulos relata su participación en los convoyes que intentaron llegar hasta Igueriben, huida de Annual, paso por Dar Drius y finalmente por Tistutin para alcanzar Monte Arruit.
Como jefe accidental del Regimiento San Fernando, logró que la mayoría de sus hombres se retiraran en orden y con dignidad. Sirviendo de ejemplo para otras unidades. Alocado repliegue en el transcurso del cual sintió lógica vergüenza en numerosas ocasiones, y donde comenzó su mala relación con el general Navarro, al que no dudó en calificar de “enérgico y de no admitir observaciones de cierta índole” ( pág. 38 ).
A su obligada estancia en el campo de exterminio de Monte Arruit, dedica un amplio capítulo. En el cual resaltamos su relato sobre las temibles operaciones de la aguada, donde “realmente cambiamos sangre por agua”, y le hace preguntarse “¡ PATRIA ! ¿ DÓNDE ESTAS ¿, llegando a escribir “ por esperar órdenes nos han aniquilado sin combatir”.
Tras la capitulación de Monte Arruit, carnicería la calificaríamos mejor, salvó milagrosamente su vida al ser tomado como rehén por un jefe indígena de Beni Musin, fracción de la cábila de Ulad Setud. Poco después, “de Monte Arruit se eleva una negra columna de humo anunciando al territorio entero la victoria... ¿ Dónde están, Dios mío, nuestras tropas ¿... ¿ Qué pasará en Melilla ¿”.
Luego de permanecer en la indicada cábila algún tiempo, su captor tras intentar sin éxito su canje por gente de la zona presa en Melilla, lo condujo a Nador. Para luego ser llevado hasta Axdir por orden de Abdelkrim, a donde llegó el 31 de agosto de 1921 después de sufrir múltiples penalidades.
Un rosario de nuevas calamidades aguardaron la estancia de nuestro bravo militar en la capital del Rif. Inhumano trato que refleja a lo largo de los capítulos XV y XVI.
Allí, en Axdir, además de recibir continuas vejaciones y robos, así como de servir de escudo humano de la casa de Abdelkrim ante los bombardeos, pasó un hambre atroz.
El esperado rescate tuvo ocasión el 27 de enero de 1923 y Pérez Ortiz lo refleja en el capítulo XVII, que inicia con la frase : “ ¡ Es tan hermosa la resurrección a la libertad !”..., para más adelante escribir : “¡Ya están compradas las gallinas !”. en respuesta a las conocidas palabras atribuidas al Rey, en alusión al elevado precio del rescate de los prisioneros impuesto por Abdelkrim: “¡ Qué cara está la carne de la gallina !” ( pág. 309 ).
Abandonó la bahía de Alhucemas a bordo del buque “Antonio López”, donde lo esperaba uno de sus hijos. Y después de un corto pero muy apreciado descanso por fin llegó al puerto de Melilla, recibiéndole el resto de la familia y amigos. Ya en su hogar de Melilla, tendría oportunidad de evocar ante los allegados haber “pasado del purgatorio terrenal al Paraíso”.
Y ya para concluir el libro, el bueno, audaz, sincero y siempre caballero Eduardo Pérez Ortiz, reservaría las últimas páginas para honrar la memoria de los compañeros, héroes y mártires de Monte Arruit. Población que visitó junto con su familia antes de marchar con licencia de enfermedad a la Península. Depositando un ramo de flores, rosas, allí, en el Cementerio de Guerra conocido como “La Cruz de Monte Arruit”, “sobre la tumba de aquellos soldados, enorme Cruz de tierra amasada con la sangre de sus heridas...”
Carrera Militar
Gracias a la lectura de su hoja de servicios, facilitada por el Sr. Benito Gallardo, Coronel Director del Museo Histórico Militar de Melilla, conocemos que Eduardo Pérez Ortiz ingresó voluntario en el Ejército en el año 1884, contando diecinueve años de edad, y como educando de trompetas de Caballería. Para al año siguiente acceder como alumno a la Academia General Militar, en la que concluyó los estudios como alférez de Infantería en 1889.
Todos sus ascensos en el escalafón militar fueron alcanzados por antigüedad. A pesar de haber demostrado sobradamente su valor e inteligencia en cuanta ocasión se le presentó.
En 1897 llegó a capitán, comandante en 1911 a teniente coronel en 1917 y finalmente a coronel en 1923.
Participó entre 1895 y 1898 en las campañas de Cuba y Puerto Rico. Al igual que en la guerra del Kert, en la zona de Melilla, a lo largo de los años 1911 y 1912.
Luego en el territorio de Melilla permanecería hasta 1923, salvo algunos pequeños periodos de tiempo. Dando ello lugar a que conociera perfectamente la región y su problemática militar.
Tras terminar su cautiverio a manos de Abdelkrim, fue destinado a los regimientos Mahón número 63, Borbón número 17 y del Serrallo, hasta su retiro por edad en 1929.
Condecoraciones
A lo largo de su dilatada vida militar, Pérez Ortiz obtuvo numerosas recompensas, entre las que podemos destacar algunas de ellas. En los postreros momentos de la presencia española en Cuba, recibió una mención honorífica y dos cruces de primera clase del Mérito Militar, con distintivo rojo, por su distinguido comportamiento frente al adversario. Así como la genérica Medalla de Cuba.
Terminado el conflicto antillano, las enseñanzas obtenidas en él las plasmó en la obra “Guerra de partidas”, un excelente trabajo reconocido con una mención honorífica.
Más tarde, en los años 1909 y 1910, por unos nuevos trabajos: “Condiciones esenciales de una buena Infantería para su aplicación eficaz en el combate en los tiempos actuales” y “Fuegos y formaciones en el combate de Infantería”, obtuvo la recompensa de una tercera y cuarta cruz de primera clase del Mérito Militar, esta vez con distintivo blanco.
En 1912 y tras participar en la Campaña del Kert se le concedió una cruz de segunda clase del Mérito Militar, con distintivo rojo. Y por la obra “Alza automática para Artillería de costa”, en 1913 consiguió otra cruz de segunda clase del Mérito Militar con distintivo blanco.
También debemos resaltar que lució sobre su pecho la Cruz y Placa de San Hermenegildo, Medallas de Alfonso XIII, Sitios de Zaragoza, de Melilla, Militar de Marruecos y de Sufrimiento por la Patria, ésta última por la penalidades sufridas en Axdir.
Hombre pundonoroso, su testimonio fue requerido a la hora de realizarse un expediente destinado a otorgar la máxima condecoración militar española, la Laureada, al Regimiento de Caballería Alcántara por la heroica participación de éste en la retirada de Annual. Más, Pérez Ortiz entonces manifestó que no creía oportuno la concesión de la Laureada a unos militares que únicamente habían cumplido con su deber, al igual que los soldados de su regimiento y él mismo.
Líder republicano en Ceuta
En septiembre de 1929 Eduardo Pérez Ortiz causó baja en el Ejército, por
Haber cumplido la edad reglamentaria. Señalando su residencia en Cádiz. Pero pronto se estableció en Ceuta, donde vivía uno de sus hijos, Eduardo, propietario de una fábrica de licores.
Hombre inquieto y volcado siempre en el mejoramiento de su país, España. Pérez Ortiz desde poco antes de instaurarse en abril de 1931 la II República, aportó su granito de arena a la política integrándose en la Conjunción Republicano Socialista de Ceuta.
En las elecciones municipales de abril de 1931 fue el candidato que en segundo lugar obtuvo mayor número de votos. Siendo elegido en consonancia primer teniente de alcalde. Y entre el 13 de octubre de 1931 y final de enero de 1932 le correspondió la enorme responsabilidad de asumir la alcaldía, en unos momentos de graves tensiones políticas y sociales en Ceuta.
En Melilla
Eduardo Pérez O. luego de abandonar Ceuta se estableció en Melilla, donde permanecía una de sus hijas casada con Miguel Vila Calzada ( 1892 – 1962 ). Influyente personaje que también sufriría la represión franquista por su pasado progresista, así como por haber pertenecido a una logia masónica. Hombre adinerado fue multado con una importante cantidad y terminaría perdiendo su imprenta.
Una placa en el Cementerio de la Purísima Concepción de Melilla señala el lugar donde descansan los restos de Pérez Ortiz. Pues nuestro admirado e infatigable luchador falleció en esta ciudad el 29 de octubre de 1954, a la edad de 89 años y víctima de una arteriosclerosis cerebral.
Una placa ubicada en la galería del Carmen, nicho 31, fila 3. Y en la que figura su nombre precedido por el tratamiento de Excelentísimo nos evoca su figura, recordada en septiembre de 2001 en Ceuta cuando se propuso otorgar su nombre a una calle de esta ciudad.

Este trabajo es un extracto de los artículos publicados por Juan Díez en La Gaceta, suplemento dominical del diario El Telegrama de Melilla, los domingos 22 y 29 de enero de 2006.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Monumento al Ejército de Africa, inaugurado en Melilla el 6 de septiembre de 1931


Juan López López

Noticia de un escultor melillense: Juan López López










Hoy es un día de suerte. Recibo contestación de María Rosa, hablo con el hijo del escultor Juan López López, converso unos minutos con Simi Chocrón, pero, sobre todo, el periodista Antonio Rubio se muestra de acuerdo con la propuesta de celebrar el centenario de un escultor melillense.
El escultor Juan López López nació el 1 de Septiembre de 1909, en la calle de Medina Sidonia nº 2. En 1915, marchó a Madrid con su padre, Juan López Merino. En 1927, estudia con una beca de la Junta Municipal en la capital de España.

Madre España y Madre Patria

El 2 de Octubre de 1930, El Telegrama del Rif da a conocer los proyectos que se han presentado para el concurso de un monumento al Ejército y españoles muertos en África:”En el salón de Vocales de la Junta Municipal, siguen expuestas, según anunciamos, diez maquetas de otros tantos artistas que en unión de tres planos de los que no lo han presentado integran los proyectos para el concurso del monumento que ha de erigirse en la Plaza de España al Ejército y españoles muertos en África.
La primera maqueta, proyecto número 4 del concurso, es obra del joven escultor don Juan López López, pensionado de la Junta Municipal, sintetiza su ideal en estos términos: La Victoria laureando a un soldado símbolo del Ejército de España. Matrona que lloró la perdida de sus hijos muertos en la guerra, para ofrecer más tarde generosa a nuevas generaciones, la Cultura y el Progreso. Se ha inspirado en la admiración y el respeto que debe ofrecer el hecho glorioso y no la congoja o la tristeza que pueda brindar un recuerdo macabro. Para conseguir tal efecto, destaca valores del arte clásico, grandes masas donde dominan la verticalidad y la altura, unidas a la expresión que lleva el conjunto de movimiento general, como de avance, por ser el avance de la civilización el fin del sacrificio del Ejército. El obelisco central determina simbólicamente la presencia de nuestra Historia, con sus edades antigua, media y moderna, derramando siempre amplia y bella corriente civilizadora entre el pasado y el futuro, que quieren significar los muros laterales, con dos bellos bajo relieves; la Madre España llorando la pérdida de sus hijos y la Madre Patria derramando cultura y progreso a las nuevas generaciones, íntimamente unidos españoles y autóctonos. La altura del monumento es de catorce metros.
La maqueta número 7 es de don Francisco Palma, escultor académico de la Real de Bellas Artes de Málaga, y autor del Monumento al Comandante Julio Benítez, inaugurado el 11 de Febrero de 1926.
La maqueta número 8 es de don Emilio Manescau, pensionado también de la Junta Municipal. Sobre la base y en la parte central, entre dos fontanas va adosado un sarcófago, simbolizando al soldado desconocido.
La maqueta número 10 es del ingeniero-arquitecto don Antonio Fernández Muñoz.
La maqueta número 11 es de don Servando Camúnez.
La maqueta número 12 es de don Antonio Colón.
La maqueta número 14 es de don Juan Luis Vasallo, escultor madrileño.
El jurado calificador se ha reunido estudiando detenidamente todos los proyectos.Según nuestros informes, solo hay cinco proyectos que se ajustan al presupuesto, excediendo los demás de las ochenta y nueve mil pesetas a que este asciende”. Y el 9 de octubre, la Comisión Permanente de la Junta Municipal da a conocer el fallo:”Se da lectura al informe de la Comisión nombrada para efectuar un detenido estudio de las Memorias, planos y maquetas remitidas por los concursantes para la creación de un monumento al Ejército español en África, que propone en primer lugar el proyecto de don Juan López López, en segundo lugar el proyecto de don Francisco Palma, tercer lugar el proyecto de don J. Ortega Martín y don Diego García Carreras, en cuarto lugar el proyecto de los anteriores escultores, y quinto lugar, el proyecto de don Emilio Manescau.Siendo Presidente de la Junta Municipal, don Cándido Lobera Girela y secretario de la misma, don Carlos Echeguren Ocio.
Se acuerda de conformidad con la propuesta conceder la confección del monumento al proyecto de don Juan López López.
El señor Lobera da las gracias en nombre de la Corporación, a los autores de los diversos proyectos que han acudido al concurso para rendir homenaje al Ejército que en África proporcionó días de gloria a España.
Se felicita de que se haya adjudicado a un escultor hijo de Melilla, cuyo proyecto además ha merecido entusiastas elogios por el juicio público”
El soldado que miraba al Gurugú

El 19 de Octubre de 1930, encontramos una interesantísima entrevista que le hacen en "El Telegrama del Rif". De ella, extraemos:
El primero de Septiembre ha cumplido veintidós años. Nació, como ya se dijo, en el número 2 de la calle Medina Sidonia, y a los seis años marchó con sus padres a Madrid.
Desde muy niño sintió la afición por la escultura. Teniendo doce años tropezó con un muchacho que moldeaba y vendía por las calles madrileñas, figurillas de personalidades célebres y él fue su iniciador. Luchó con los autores de sus días, que querían siguiera una carrera; más al fin, comprendiendo sus aptitudes, lo encaminaron por esa senda en la que está llamado a conquistar grandes éxitos. No le gusta ser expositor; modestamente dice que es muy pronto para concurrir a exposiciones, y además, crean éstas grandes enemistades y odios y él quiere tener muchos amigos. Los colosos de la escultura señores Benlliure, Macho e Higueras pidieron la beca que disfruta.Se la concedió la Junta Municipal y renovará seguramente el Ayuntamiento, ampliándola para que pueda trasladarse a Roma. Se ha creído en el caso de acudir a la Exposición melillense, por su condición de pensionado y por su amor a Melilla, sin ninguna otra finalidad. En la ejecución del Monumento ha puesto toda su alma, trabajando durante ocho meses, diez, doce y hasta catorce horas, labor extraordinaria, cedida con altruismo a la ciudad y en honor a la idea que simboliza. Corona el obelisco, como sí con sus grandes alas hubiera atravesado el espacio infinito, la estatua alegórica de la Victoria, lanzando un haz de laureles sobre aquel soldado, símbolo del Ejército de España, que en actitud serena y briosa mira al Gurugú regado con sangre de nuestros hermanos.
El 6 de Septiembre de 1931, en plenas fiestas patronales, se inaugura su Monumento a los Héroes y Mártires de las Campañas (también llamado Monumento al Ejército de África), en la Plaza de España de Melilla.
Dos días más tarde, el Telegrama da cuenta de la inauguración. Se cuenta que el general García Boloix tuvo para él palabras gratas y que el Alcalde, Antonio Diez, hizo notar el rasgo generoso de no haber querido percibir más que el importe material del Monumento, prescindiendo de su labor.

Una vida anónima

El 17 de Julio de 1936 estalla el Alzamiento Nacional en Melilla. El escultor se encuentra en Madrid.
Durante la Guerra Civil, Juan López López y su familia se trasladan a Valencia y, posteriormente, a Barcelona. Finalizada la Guerra Civil, el escultor y su familia están en Barcelona.Su padre, Juan López Merino, uno de los fundadores de la Asociación de la Prensa de Melilla (1913), desempeñó durante la Guerra Civil el cargo de administrador del diario comunista "Mundo Obrero".
Pasados los años, poco sabíamos sobre el devenir biográfico del escultor melillense.La Asociación de Estudios Melillenses publicó hace unos años unos "Cuadernos de la Historia de Melilla", revista en la que el profesor José Mejías le dedicó un interesante artículo al monumento de la Plaza de España.
Hace unos días, hago una propuesta de celebrar el centenario del escultor melillense.Va dirigida a la Asociación de Estudios Melillenses y, en particular, a su presidente, Jesús Sáez, quien apoya esta propuesta, pero dentro del cauce de los órganos estatutarios de la Asociación.
Hoy, después de tantos años, hablo con el hijo del escultor. Lleva el mismo nombre de su padre, tiene 74 años y reside en Madrid, donde se ha dedicado a la industria del doblaje de películas. Me informa de que su padre se casó cuando tenía 25 años y falleció a la edad de 79 años en Barcelona. Terminada la Guerra Civil, continuó trabajando como escultor en Barcelona, aunque no podía firmar y le pagaban una miseria por sus obras. Fue la suya una vida anónima.
La propuesta de celebrar el centenario del escultor melillense no es un brindis al sol.

José Marqués López

sábado, 4 de octubre de 2008

viernes, 3 de octubre de 2008

Luis Barrena, el diputado por Melilla olvidado

HOMENAJEADO EN GALICIA, OLVIDADO EN MELILLA.
Luís Barrena, diputado por Melilla durante la República, recibe un homenaje en el lugar donde fue ejecutado.
CARLOS ESQUEMBRI HINOJO.
Gracias a María Soledad, hija de Luís Barrena, volvemos a conocer en Melilla nuevos datos sobre su padre. Esta vez se trata del homenaje que se le tributó junto a otras cinco víctimas de la represión franquista de la comarca de Outes, provincia de La Coruña. Estas personas fueron Cipriano del Rey, Pedro Priegue, Máximino Martínez, José Álvarez, Libertad Alonso, que eran maestros nacionales que ejercieron en esas tierras, y Luís Barrena que se encontraba veraneando en Muros al producirse la sublevación franquista. El homenaje consistió en la inauguración de un monolito de piedra de 1,8 metros de altura con una placa con los nombres de los ejecutados en el lugar conocido como A Coviña, situado en las afueras del pueblo de Outes. Este acto fue organizado por la asociación Terra de Outes y se realizó el 21 de agosto de este año, al cumplirse setenta y dos del asesinato de Luís Barrena. Podemos seguir esta noticia en la edición digital de “La Voz de Galicia” de los días 14,18 y 22 de agosto.
Luís Barrena fue elegido diputado en febrero de 1936 en representación del Frente Popular de Melilla. Obtuvo 12.761 votos mientras que su rival Carlos Echeguren obtuvo 4.830. Esto significa que Barrena recibió el 72,5 % de los votos válidos que correspondían al 45,6 % del censo electoral de nuestra ciudad. Casi la mitad del censo votó por Barrena y las ideas de izquierda que representaba el Frente Popular y por las que dio su vida.
Profesionalmente, Barrena se dedicó a la abogacía donde consiguió cierta fama y renombre por su participación en casos que tuvieron gran resonancia mediática en su época como la defensa de Pablo Arcos, una persona con sus facultades mentales mermadas, según diagnóstico de los peritos médicos, pero que fue condenado a muerte por el asesinato de uno de sus hijos, un niño de corta edad, en el llamado Caso de Maudes. Barrena defendía el que Arcos fuera recluido en una institución mental y denunció las irregularidades del proceso seguido contra su defendido. Los alegatos y recursos que Barrena presentó ante los tribunales, incluido el Supremo, fueron muy aplaudidos por la prensa especializada y dieron pie a un libro escrito por Barrena titulado “Una condena a muerte. El Caso de Maudes” que se publicó en 1925. En 1929 participó como acusación particular en el juicio por el asesinato de María Burgos, una pobre mujer del pueblo de Morata de Tajuña, en un caso de lo que hoy conocemos como “violencia de género” y en el que se pretendía exonerar de culpa a su marido y asesino alegando que se vio “obligado” al crimen abrumado por las sospechas de una supuesta infidelidad de María, infidelidad que, además, no se pudo demostrar. En 1930 tomó parte en un juicio de “altos vuelos” como fue el que se celebró a los presuntos cómplices de la huida del conde de Moral de Calatrava, un aristócrata condenado por falsedad documental en relación a la quiebra del Banco de Castilla y que era suegro de Miguel Maura, hijo de Antonio Maura, líder del partido Conservador y varias veces Presidente del Gobierno durante el reinado de Alfonso XIII. Miguel, por el contrario, sería ministro de gobernación en el Gobierno Provisional de la República. Barrena consiguió la absolución de su defendido. Por último citaremos su defensa del general García de la Herrán, segundo de Sanjurjo en la intentona golpista del 10 de agosto de 1932, en el juicio sobre esos hechos.
Querría comentar aquí que María Soledad telefoneó hace unos días a Pepe Marqués para hablarle de todo esto y comunicarle que pasará unos días en Galicia visitando los lugares en que veraneó en su niñez, una niñez que se vio truncada por la tragedia del asesinato de su padre, que fue sacado de su casa por un grupo de falangistas en la noche del 21 de agosto de 1936. A la mañana siguiente encontraron su cadáver con dos tiros en la cabeza en el lugar donde hoy se levanta el monolito en su memoria. Soledad, aunque han pasado setenta y dos años de aquel asesinato, ha podido ver como la memoria de su padre se recupera del olvido y recibe un merecido homenaje.
¿Podremos ver alguna vez en Melilla un homenaje a las víctimas del franquismo de nuestra ciudad? Unas personas que, incomprensiblemente, siguen siendo los grandes y verdaderos olvidados de nuestra Historia. Aunque habría que señalar que en la Melilla franquista no sólo se condenó al olvido a los ejecutados por ser izquierdistas o por oponerse a la sublevación militar, sino que personas como Carlos Echeguren, secretario del Ayuntamiento y elegido diputado por nuestra ciudad en noviembre de 1933, fue igualmente condenado al olvido pese a ser víctima de la represión izquierdista en Madrid ya que no se le perdonó su defensa de la República y la democracia desde una posición política centrista.
Por último, hay que felicitar a Pepe Marqués que, en estos días, ha recuperado del olvido las figuras del dramaturgo melillense Juan López Merino y de su hijo el escultor Juan López, autor del monumento de la Plaza de España. Un monumento que, seguramente, es el más querido por los melillenses.

lunes, 8 de septiembre de 2008




Figura inolvidable: Rafael López Rienda

Figura inolvidable: Rafael López Rienda

por Juan Díez Sánchez
( de la Asociación de Estudios Melillenses )

La imagen de este insigne periodista, escritor y cineasta granadino que desarrolló gran parte de su trabajo en el Norte de Africa, se agranda con el paso de los años luego de que fuera rescatada del olvido por nuestro entrañable amigo el melillense José Marqués López allá por el año 1996.
Mucho ha llovido desde entonces y han sido varios los investigadores que ha divulgado la magna obra de López Rienda. Un gran trabajo a pesar de su prematura muerte a consecuencia de un accidente de automóvil.
Recientemente en su tierra natal, la trayectoria vital y obra de tal ilustre hijo ha sido rememorada por la pluma del también periodista Rafael García Manzano, formando parte del libro "Figuras inolvidables del periodismo granadino". Editado por la Asociación de la Prensa de Granada en mayo de 2008 con la colaboración de la Obra Social de Caja Granada.
García Manzano además de a López Rienda en su última obra ha evocado a Manuel Santaella Pérez ( Loja, 15.08.1916 - La Coruña, 5.04.1977 ); Manuel Tovar Siles ( Granada, 10.08.1875 -Pinares de Chamartín de las Rosas, Madrid, 10.04.1935 ); Augusto Jerez Perchet ( Puerto Real, Cádiz, 29.03.1844 - ); Francisco Pérez García ( Motril, Granada, 6.06.1900 - ); Julio Moreno-Dávila y Martín ( Madrid, 6.11.1907 - Granada, 18.02.1970 ); Narciso de la Fuente Ruiz ( Granada, 29.10.1886 - Granada, 8.03.1977 ); José Luis de Mena y Mejuto ( Madrid, 28.03.1940 - Granada, abril de 1990 ); Daniel Saucedo Aranda ( Santander, 1921 - Granada, 28.08.1985 ); Rafael Gómez Montero ( Avila, 14.10 1922 - Granada, 27.09.1994 ); Miguel La Chica y de la Guardia ( Granada, 1904 - Málaga, 7.06.1931 ); Emilo Nadal Peramos ( Motril, 1893 - Granada, 1976 ), y Enrique Hernández Gómez ( Granada, 20.03.1872 - Granada, 31.01.1949 ).
Un excelente trabajo sobre la apasionante historia del periodismo en Granada que concluye con un epígrafe, donde gracias a una gran laboriosidad, recoge un buen número de los seudónimos utilizados por los profesionales de la prensa en aquella provincia.
El apartado o capítulo que dedica a López Rienda, páginas 97 -105, Rafael García Manzano lo titula "LOPEZ RIENDA, EXCELENTE CORRESPONSAL DE GUERRA, NOVELISTA Y GUINISTA DE CINE". Donde nada más comenzar el autor nos desvela su enorme valía personal con su sinceridad: Era el día 22 de abril, martes, del año 1997, cuando quedé citado en la cafetería Olimpia, en la Gran Vía granadina, con mi entrañable amigo y compañero, Juan Bustos Rodríguez, gran periodista y cronista oficial de la ciudad de Granada. el motivo era muy simple: entregarme documentación sobre un escritor y periodista llamado Rafael López Rienda, que deseaba lo incluyera en alguno de mis libros sobre los hombres que han hecho historia en la Prensa.
El singular Juan Bustos había escrito el día anterior un artículo en su sección "Puerta Real" del diario "Ideal" que, entre otras cosas decía esto:
"Hasta hace un par de semanas confieso que no sabía nada de un granadino llamado Rafael López Rienda. Pero un joven documentalista melillense, José Marqués López, ha tenido la amabilidad de enviarme un sin fin de datos y detalles de la vida azarosa de este paisano malogrado, cuyo nombre y apellidos sólo tienen constancia en escasos diccionarios y enciclopedias, y a quien se va a rendir homenaje en algunas ciudades españolas, Melilla entre ellas, con motivo del centenario de su nacimiento.
Ha pasado algún tiempo, pero no he olvidado el encargo de mi compañero. Y en este nuevo libro de biografías sobre hombres de la prensa granadina he tenido muy presente su petición Mucho más cuando el ilustre sevillano ( Juan Bustos ) falleció años más tarde, concretamente nos abandonó en el mes de enero del año 2005".
A continuación nuestro periodista y escritor Rafael García menciona las escasas fuentes que evocaba a Rafael López Rienda. Datos biográficos e irrupción en el periodismo luego de alistarse en el Ejército y poco tiempo después,con dieciseis años ingresar en el Grupo de fuerzas Regulares de Larache. sus novelas, obras de teatro y cine son también evocadas, así como temprana muerte hace ahora ochenta años, el 15 de septiembre de 1928.
Desde Melilla, tierra adelantada en la recuperación de la memoria histórica del ilustre periodista López Rienda, agradecemos sinceramente que nuestro polifacético personaje forme parte de la magnífica obra de Rafael García Manzano, "Figuras inolvidables del periodismo granadino".