miércoles, 12 de noviembre de 2008

Eduardo Pérez Ortiz











Un pundonoroso jefe del Ejército




y político republicano





Capturado en Monte Arruit en 1921. Años más tarde
fue alcalde de Ceuta y falleció en Melilla en 1954



Juan Díez Sánchez
( de la Asociación de Estudios Melillenses )

Fue Eduardo Pérez Ortiz un personaje con honda trascendencia histórica en las ciudades norteafricanas españolas. Militar de prestigio, luchó en Cuba y Puerto Rico, así como en el territorio de Melilla desde 1911, siendo capturado por los independentistas rifeños en Monte Arruit en 1921. Y diez años después en Ceuta alcanzó a presidir su Ayuntamiento en la vorágine política que siguió a la proclamación de la II República Española.
Eduardo Pérez Ortiz nació en la población burgalesa de Miranda de Ebro el 1 de septiembre de 1865. Conocíamos de su paso por Melilla, así como su fallecimiento aquí. Más la lectura del interesante libro de Francisco Sánchez Montoya “Ceuta y el Norte de Africa. República, guerra y represión 1931 – 1941”, nos ha descubierto una faceta suya hasta ahora desconocida para muchos, la de político. Ello nos ha llevado a profundizar en su personalidad y divulgar su interesante biografía.
Colaborador de la Prensa
Gracias a la lectura de las páginas del diario “El Popular de Melilla”, hemos podido ahondar en la rica personalidad de nuestro admirado Eduardo Pérez Ortiz. Descubriendo su vinculación al mundo de la Prensa como colaborador del diario madrileño “La Correspondencia Militar”. Mas creemos que su parentesco con Miguel Vila Calzada, importante accionista de “El Popular de Melilla” , propietario de la imprenta “Postal Exprés”, y que estuvo casado con su hija Mercedes Pérez Alemany, lo llevaría también a escribir en algunos periódicos melillenses, concretamente en “El Popular de Melilla” de acuerdo con su ideario progresista, siempre crítico, y posiblemente bajo seudónimo para evitar la siempre atenta censura de la Comandancia General.
Pocas fechas después de su liberación de Axdir, las páginas de “El Popular de Melilla” de 3 de febrero de 1923, se hizo eco de la información facilitada a sus lectores por “La Correspondencia Militar” acerca de Pérez Ortiz. Texto que por su interés transcribimos a continuación:
“La Correspondencia Militar a Eduardo Pérez Ortiz.
Entre los cautivos que lograron el sábado la anhelada liberación figura el teniente coronel de Infantería don Eduardo Pérez Ortiz, espíritu valiente, decidido, rebelde y batallador contra la rutina de los procedimientos tácticos y orgánicos y contra el anquilosamiento de los estatutos por inercia en la actividad y persistencia en los métodos.
Desde estas columnas, con el brío pujante de su razonador estilo, con el bagaje científico de su vasta cultura, con la firme persuasión de un convencido, fue apóstol de precisas innovaciones...
Con sus escritos, llenos de vigorosa savia, coadyuvó a nuestros afanes de siempre...
Su voz, como la nuestra, no halló donde lo precisaba eco... que él con fervor tanto solicitara de continuo, fue apresado, luego de sufrir rudo asedio en Monte Arruit... El teniente coronel Pérez Ortiz no tiene en el expediente Picasso, ni fuera de él, el menor asomo de responsabilidad por su proceder entonces, antes al contrario, su actuación serena y bizarra...
Al llegar este momento, por nosotros tan deseado de pisar Pérez Ortiz y sus compañeros de cautiverio la tierra de la Patria,... sea nuestro saludo un abrazo de franca y cordial simpatía para el colaborador admirado...”
Crónica de venganza
Poco tiempo después de su liberación, en el mismo año 1923 Eduardo Pérez Ortiz dio a la luz un libro donde relató sus vicisitudes desde el Desastre de Annual en el mes de julio de 1921, hasta su rescate en enero de 1923. Tituló esta obra “De Annual a Monte Arruit. Y diez y ocho meses de cautiverio. Crónica de un testigo”.
Un trabajo ejecutado utilizando las notas, diario que pudo escribir a lo largo de su trágica odisea. Y que seguro contó con el estímulo y apoyo de su yerno, Miguel Vila Calzada, destacado industrial melillense propietario de “Artes Gráficas Postal Exprés”, donde se imprimió el libro. En la actualidad estos talleres se denominan “Cooperativa Gráfica Melillense”.
Esta obra consta de 320 densas páginas y constituye obligada referencia para los investigadores de la Rota de Annual.
Pérez Ortiz pronto, en el prefacio nos indica las poderosas razones que lo llevaron a publicar su libro: “ Escribí esta crónica para darla a la publicidad. La idea de hacerlo así me nació durante mi largo cautiverio, dolido del abandono y desatenciones de unos, de la falta de caridad, de la odiosa calumnia, de las sangrientas burlas de otros.
He padecido sed de justicia... No puedo tolerar el engaño... En esto soy rebelde y lo seré siempre...
Confieso que esta crónica encierra toda mi venganza; no consentir que a nadie se engañe. Es mi objeto... corregir versiones más o menos tendenciosas...”
Terminando el prefacio criticando la humillante falta de una columna de soldados que desde la Restinga ( Mar Chica ) levantara el asedio de Monte Arruit, así como el torpe lanzamiento de auxilio desde aeroplanos.
A continuación nuestro teniente coronel a lo largo de nueve capítulos relata su participación en los convoyes que intentaron llegar hasta Igueriben, huida de Annual, paso por Dar Drius y finalmente por Tistutin para alcanzar Monte Arruit.
Como jefe accidental del Regimiento San Fernando, logró que la mayoría de sus hombres se retiraran en orden y con dignidad. Sirviendo de ejemplo para otras unidades. Alocado repliegue en el transcurso del cual sintió lógica vergüenza en numerosas ocasiones, y donde comenzó su mala relación con el general Navarro, al que no dudó en calificar de “enérgico y de no admitir observaciones de cierta índole” ( pág. 38 ).
A su obligada estancia en el campo de exterminio de Monte Arruit, dedica un amplio capítulo. En el cual resaltamos su relato sobre las temibles operaciones de la aguada, donde “realmente cambiamos sangre por agua”, y le hace preguntarse “¡ PATRIA ! ¿ DÓNDE ESTAS ¿, llegando a escribir “ por esperar órdenes nos han aniquilado sin combatir”.
Tras la capitulación de Monte Arruit, carnicería la calificaríamos mejor, salvó milagrosamente su vida al ser tomado como rehén por un jefe indígena de Beni Musin, fracción de la cábila de Ulad Setud. Poco después, “de Monte Arruit se eleva una negra columna de humo anunciando al territorio entero la victoria... ¿ Dónde están, Dios mío, nuestras tropas ¿... ¿ Qué pasará en Melilla ¿”.
Luego de permanecer en la indicada cábila algún tiempo, su captor tras intentar sin éxito su canje por gente de la zona presa en Melilla, lo condujo a Nador. Para luego ser llevado hasta Axdir por orden de Abdelkrim, a donde llegó el 31 de agosto de 1921 después de sufrir múltiples penalidades.
Un rosario de nuevas calamidades aguardaron la estancia de nuestro bravo militar en la capital del Rif. Inhumano trato que refleja a lo largo de los capítulos XV y XVI.
Allí, en Axdir, además de recibir continuas vejaciones y robos, así como de servir de escudo humano de la casa de Abdelkrim ante los bombardeos, pasó un hambre atroz.
El esperado rescate tuvo ocasión el 27 de enero de 1923 y Pérez Ortiz lo refleja en el capítulo XVII, que inicia con la frase : “ ¡ Es tan hermosa la resurrección a la libertad !”..., para más adelante escribir : “¡Ya están compradas las gallinas !”. en respuesta a las conocidas palabras atribuidas al Rey, en alusión al elevado precio del rescate de los prisioneros impuesto por Abdelkrim: “¡ Qué cara está la carne de la gallina !” ( pág. 309 ).
Abandonó la bahía de Alhucemas a bordo del buque “Antonio López”, donde lo esperaba uno de sus hijos. Y después de un corto pero muy apreciado descanso por fin llegó al puerto de Melilla, recibiéndole el resto de la familia y amigos. Ya en su hogar de Melilla, tendría oportunidad de evocar ante los allegados haber “pasado del purgatorio terrenal al Paraíso”.
Y ya para concluir el libro, el bueno, audaz, sincero y siempre caballero Eduardo Pérez Ortiz, reservaría las últimas páginas para honrar la memoria de los compañeros, héroes y mártires de Monte Arruit. Población que visitó junto con su familia antes de marchar con licencia de enfermedad a la Península. Depositando un ramo de flores, rosas, allí, en el Cementerio de Guerra conocido como “La Cruz de Monte Arruit”, “sobre la tumba de aquellos soldados, enorme Cruz de tierra amasada con la sangre de sus heridas...”
Carrera Militar
Gracias a la lectura de su hoja de servicios, facilitada por el Sr. Benito Gallardo, Coronel Director del Museo Histórico Militar de Melilla, conocemos que Eduardo Pérez Ortiz ingresó voluntario en el Ejército en el año 1884, contando diecinueve años de edad, y como educando de trompetas de Caballería. Para al año siguiente acceder como alumno a la Academia General Militar, en la que concluyó los estudios como alférez de Infantería en 1889.
Todos sus ascensos en el escalafón militar fueron alcanzados por antigüedad. A pesar de haber demostrado sobradamente su valor e inteligencia en cuanta ocasión se le presentó.
En 1897 llegó a capitán, comandante en 1911 a teniente coronel en 1917 y finalmente a coronel en 1923.
Participó entre 1895 y 1898 en las campañas de Cuba y Puerto Rico. Al igual que en la guerra del Kert, en la zona de Melilla, a lo largo de los años 1911 y 1912.
Luego en el territorio de Melilla permanecería hasta 1923, salvo algunos pequeños periodos de tiempo. Dando ello lugar a que conociera perfectamente la región y su problemática militar.
Tras terminar su cautiverio a manos de Abdelkrim, fue destinado a los regimientos Mahón número 63, Borbón número 17 y del Serrallo, hasta su retiro por edad en 1929.
Condecoraciones
A lo largo de su dilatada vida militar, Pérez Ortiz obtuvo numerosas recompensas, entre las que podemos destacar algunas de ellas. En los postreros momentos de la presencia española en Cuba, recibió una mención honorífica y dos cruces de primera clase del Mérito Militar, con distintivo rojo, por su distinguido comportamiento frente al adversario. Así como la genérica Medalla de Cuba.
Terminado el conflicto antillano, las enseñanzas obtenidas en él las plasmó en la obra “Guerra de partidas”, un excelente trabajo reconocido con una mención honorífica.
Más tarde, en los años 1909 y 1910, por unos nuevos trabajos: “Condiciones esenciales de una buena Infantería para su aplicación eficaz en el combate en los tiempos actuales” y “Fuegos y formaciones en el combate de Infantería”, obtuvo la recompensa de una tercera y cuarta cruz de primera clase del Mérito Militar, esta vez con distintivo blanco.
En 1912 y tras participar en la Campaña del Kert se le concedió una cruz de segunda clase del Mérito Militar, con distintivo rojo. Y por la obra “Alza automática para Artillería de costa”, en 1913 consiguió otra cruz de segunda clase del Mérito Militar con distintivo blanco.
También debemos resaltar que lució sobre su pecho la Cruz y Placa de San Hermenegildo, Medallas de Alfonso XIII, Sitios de Zaragoza, de Melilla, Militar de Marruecos y de Sufrimiento por la Patria, ésta última por la penalidades sufridas en Axdir.
Hombre pundonoroso, su testimonio fue requerido a la hora de realizarse un expediente destinado a otorgar la máxima condecoración militar española, la Laureada, al Regimiento de Caballería Alcántara por la heroica participación de éste en la retirada de Annual. Más, Pérez Ortiz entonces manifestó que no creía oportuno la concesión de la Laureada a unos militares que únicamente habían cumplido con su deber, al igual que los soldados de su regimiento y él mismo.
Líder republicano en Ceuta
En septiembre de 1929 Eduardo Pérez Ortiz causó baja en el Ejército, por
Haber cumplido la edad reglamentaria. Señalando su residencia en Cádiz. Pero pronto se estableció en Ceuta, donde vivía uno de sus hijos, Eduardo, propietario de una fábrica de licores.
Hombre inquieto y volcado siempre en el mejoramiento de su país, España. Pérez Ortiz desde poco antes de instaurarse en abril de 1931 la II República, aportó su granito de arena a la política integrándose en la Conjunción Republicano Socialista de Ceuta.
En las elecciones municipales de abril de 1931 fue el candidato que en segundo lugar obtuvo mayor número de votos. Siendo elegido en consonancia primer teniente de alcalde. Y entre el 13 de octubre de 1931 y final de enero de 1932 le correspondió la enorme responsabilidad de asumir la alcaldía, en unos momentos de graves tensiones políticas y sociales en Ceuta.
En Melilla
Eduardo Pérez O. luego de abandonar Ceuta se estableció en Melilla, donde permanecía una de sus hijas casada con Miguel Vila Calzada ( 1892 – 1962 ). Influyente personaje que también sufriría la represión franquista por su pasado progresista, así como por haber pertenecido a una logia masónica. Hombre adinerado fue multado con una importante cantidad y terminaría perdiendo su imprenta.
Una placa en el Cementerio de la Purísima Concepción de Melilla señala el lugar donde descansan los restos de Pérez Ortiz. Pues nuestro admirado e infatigable luchador falleció en esta ciudad el 29 de octubre de 1954, a la edad de 89 años y víctima de una arteriosclerosis cerebral.
Una placa ubicada en la galería del Carmen, nicho 31, fila 3. Y en la que figura su nombre precedido por el tratamiento de Excelentísimo nos evoca su figura, recordada en septiembre de 2001 en Ceuta cuando se propuso otorgar su nombre a una calle de esta ciudad.

Este trabajo es un extracto de los artículos publicados por Juan Díez en La Gaceta, suplemento dominical del diario El Telegrama de Melilla, los domingos 22 y 29 de enero de 2006.